Historia gráfica de una afición...



LOS INICIOS

Las personas no nos podemos  imaginar cómo irán evolucionando las cosas, ni cómo será el futuro que nos espera. La verdad es si lo supiéramos todo de antemano, sería mas aburrido.
Por eso, cuando uno va tomando decisiones, no puede saber ni  la trascendencia ni lo que significarán años más adelante.
Desde luego yo, cuando por la influencia de mi hermano, que al comprarse moto nueva me ofreció  venderme la suya y me animó a sacarme el permiso de conducir,  no podía imaginar la de años y kilómetros que terminaría llevando una moto, y ni mucho menos que compartiría y disfrutaría de ello con mis hijos.

Así comienza esta historia gráfica de cómo se van uniendo pasiones a lo largo de nuestra vida... Para mí al menos ha sido, sigue siendo, y espero que seguirá siendo por años una actividad que me ha reportado muchas satisfacciones.


Como decía, al final, siguiendo los consejos de mi hermano y tras unas pocas clases prácticas en la Vespa de un gran amigo, en julio de 1982 empecé mi andadura como motero...

LAS MOTOS "HERMANAS"

Mi primera moto fue una excelente Ossa 250 procedente de la Fórmula Copa, cuna de campeones de aquella época, que mi hermano había adquirido unos años antes, con el cigüeñal retocado y que corría como un demonio para la cilindrada que tenía. Era un lobo con piel de cordero.
Después de un tuneado casero en la terraza de casa cambió de aspecto, pasando del rojo original al blanco.

La "culpable" de que comprara la moto a mi hermano, su nueva adquisición, era una preciosa Benelli 650 .

Con la Ossa haría mi primer viaje en moto a una de las pasiones de las que hablaré, Asturias, en un viaje de lo más accidentado, pero de lo mas gratificante.
EL PRIMER VIAJE A ASTURIAS

El viaje fue además de muchos kilómetros, sobre todo para un primer viaje y en solitario, pues se iniciaría yendo hasta Laredo (Cantabria) para visitar a uno de mis mejores amigos que estaba pasando unos días allí.
Como equipo, una cazadora normal, botas militares, vaqueros, casco (un Shoei blanco) y guantes, y como equipaje, dos bolsas de deportes atadas con pulpos que se movian a todos lados.Vamos, igual que ahora....

En Laredo una caída tonta en un paso de cebra mojado, tuvo como consecuencia que se rompiera la parte del chasis donde se sujetaba el transportín del equipaje y el resto de viaje fue atado con los consabidos "pulpos" y a cada bache parecía que se iba a romper.
De allí a Gijón, luego a Avilés, y de allí a casa porque la moto dijo basta y de hecho al volver tuve que llevarla a un soldador para que me hiciera un apaño.


Después, otras necesidades y circunstancias personales como comprar un coche o casarme , hicieron que la moto terminara en la calle mucho tiempo parada y al final, en un desguace.
Luego nacería mi primer hijo, bueno hija, Nuria, y el volver a las motos se hizo esperar.


Pero un gusanillo (que estaría siempre presente a lo largo de mi vida desde ese momento), hizo que unos pocos años después, en un arrebato, me comprara mi segunda moto (mi primera BMW).
Y con la compra se empezaron a unir mis grandes pasiones, mis hijos y las motos.



MI PRIMER  HIJO (Nuria)  Y MI PRIMERA BMW
La moto se trataba de una BMW K75 S de segunda mano pero en muy buen estado (aqui, una vez más la influencia de mi hermano y su fijación por las BMW tuvieron mucho que ver) .
Fue una moto con la que hice muchos viajes de fin de semana a ver a mis hijos que pasaban el verano en casa de sus abuelos en León, y que me permitió empezar a cogerle gusto a salir y hacer curvas por los alrededores de Madrid.



Pero llegó mi segundo hijo, Sergio, y como había que atender nuevos gastos, hubo que sacrificar ciertos "lujos" y con mucha pena, vendí la moto.
Un año después llegaría mi tercer hijo, Pablo, y eso suponía, además de la mayor de las alegrías, que habría que esperar un poco más si quería volver a tener moto.
Pero ese gusanillo al que antes hacía referencia no paraba de machacar, y la morriña de montar en moto cada vez era mayor, y como no podía ser de otra forma, una vez más el destino me llevaría a la compra de mi tercera moto.

Un compañero de oficina con una CBR 600 preciosa que hacía tiempo que no usaba, me la ofreció a buen precio y no lo dudé, ahora o nunca me dije, y fue que ahora.

La "CUNA" DE CAMPEONES INICIA SUS PASOS




Y nuevamente se volvieron a unir mis pasiones, mis hijos y mi moto .
¿Quien me iba a decir entonces que dos de estos locos bajitos como decía Serrat, serían mis compañeros de rutas unos años más tarde?






SERGIO APRENDIENDO A LLEVAR "PAQUETE"






La CBR 600, sin duda una de las motos deportivas que han marcado una época, ha sido, de entre las motos que he tenido, una de las que más he disfrutado. Perfecta en curvas, ágil, rápida, fácil de manejar, tanto que hasta mi hijo Sergio ya apuntaba maneras de piloto "llevando" de "paquete" a su hermana mayor.







Pero tres hijos representan muchas cosas, entre otras tiempo y mayores gastos, y además y sin que puedas evitarlo CRECEN, y eso hace que empiece a faltar sitio en el coche cuando se viaja.
Solución: cambio de coche por uno familiar de los que marcarían el camino del boom de los monovolúmenes años después, una Renault Space.  Y ¿que vendemos?. Está claro, ¿no?... La moto.


Tuvieron que pasar unos cuantos años y no sería hasta el 2000 cuando volvería a poder conmigo el gusanillo y caería de nuevo en la tentación de tener moto, que además sería mi primera moto nueva: una Honda DEAUVILLE 650, por supuesto mucho más rutera que la anterior CBR pero eso sí, al menos para mí, bastante menos divertida aunque muy fiable y cómoda.
Con ella llegaría también, aunque tardía, mi primera bajada a un Gran Premio del Mundial en CHESTE, Valencia, y la verdad, engancha.

Fue un viaje una vez más en solitario (salvo cuando paraba a tomar algo y estirar las piernas, que charlaba con otros moteros) aunque en Valencia me esperaban otros amigos, uno de los cuales había hecho el viaje desde Barcelona, donde reside ahora.

Fue un gran fin de semana, y formar parte de alguna manera de ese espectáculo te hace sentir muy bien.

Unos años más tarde, repetiría circuito con uno de mis hijos.

La Deauville la tuve más o menos dos años y medio, y de nuevo prioridades económicas me llevaron a venderla. Además, entre la familia y el trabajo apenas tenía tiempo de salir con ella, y de mis amigos ya ninguno tenía moto por lo que era lógico que la vendiese.


Pero un par de años después, en Marzo del 2007 y después de que una vez más mi hermano agitara el famoso gusanillo dejándome salir un sábado con su BMW 1150 RT,  llegó la hora de volver a las motos y a las BMW para mas detalle.

Con una muy buena oferta conseguida a través de un amigo, compré una BMW R 850 R, con 3.000 Km, y al mes de tenerla, y como estreno, me fui con otro amigo a la "catedral" del motociclismo en España, JEREZ.


Cualquiera que haya bajado algna vez a Jerez para el Gran Premio sabe que es algo muy especial. Miles de motos camino de Andalucía procedentes de toda España. Un ambiente en la ciudad y los alrededores diferente a todo, aunque siempre hay alguno que hace que luego la gente diga que los moteros somos unos locos. Pero lo mejor es casi el final, la vuelta. Los vecinos de los pueblos cercanos a la carretera se acercan para ver la caravana de motos, esperando su paso en todos los puentes, y utilizando las laderas de Despeñaperros como si fueran graderios. Es realmente algo para vivirlo, o sea que quien no lo haya hecho debería probarlo alguna vez. Merece la pena.

La BMW R 850 R es, a mi juicio, una de las mejores motos que ha hecho BMW. Una estética bonita, entre clásica y moderna, un magnifico motor y una facilidad de manejo que te permitirá hacer con ella muchos kilómetros. Y yo se los he hecho -más de 65.000-.

Esta moto me ha permitido descubrir muchas rutas por Asturias. Pero sobre todo con ella he llevado a mis hijos a hacer curvas por la sierra,  con ella he ido a las carreras a Montmeló teniendo a uno de mis hijos (al que antes le entró la afición) como compañero de viaje, y me ha servido de moto escuela para enseñar a mis hijos a llevar motos y empezar su andadura motera. 

Y ésta es de las cosas más importantes que me han pasado con ella, que me ha acompañado en los inicios de mis hijos en esta afición y como decía al principio, algo que cuando de pequeños los subía encima de alguna de mis motos, nunca hubiese imaginado.
                                                                                  
El primero fue Sergio, el mediano de mis hijos, y su primera moto una Daelim 125 que compramos a muy buen precio y prácticamente nueva. Es increible lo bien que van estas "motillas" de 125.

Y empezaron las salidas los fines de semana a disfrutar en compañía de mi hijo, enseñándole las rutas por los alrededores de Madrid que tantas y tantas veces he hecho.


Y pronto llegó la oportunidad de viajar a Cheste a que viviera la emoción de un Gran Premio, eso sí, acompañado de todo tipo de percances como regreso a mitad de camino porque se le habían olvidado las entradas, avería con la batería con grúa incluída... Pero mereció la pena... aunque quizás fuese por todas las experiencias vividas... o sería por cosas así....



Y claro, transcurrido un tiempo razonable, también a él le llegó la hora de evolucionar y de cambiar a una moto que le permitiera más cosas, entre otras ir conmigo a Asturias, ¡cómo no!


El fin de semana fue estupendo, le pude mostrar muchos de los sitios que tanto me gustan y tuvimos tiempo de disfrutar juntos de algo que nos gusta a los dos, las motos. Pero como por desgracia nos pasa casi siempre, algún percance teníamos que tener y fue en forma de bache al entrar a repostar en una gasolinera. Resultado: Sergio en el suelo y la moto bastante dañada. Gran disgusto por la moto y gran alegria porque no le había pasado nada .

Cabía la posibilidad de que con padre motero y hermano motero a alguno de mis otros hijos les entrara también el gusanillo, y así ocurrió. Fue Pablo, el pequeño, que como un valiente y al poco de sacarse el permiso de conducir, aprovechó el cambio de moto de Sergio para comprarle su vieja Daelim -parece que la historia se repite-, y se apuntó a ir a Asturias en su primer viaje.
Eso sí, el viaje de ida la moto lo hizo en remolque (no hay que olvidar que es una 125) pero después de dos días de circular por todo tipo de carreteras, quien la trajo de vuelta a Madrid fue Pablo.

Hay que decir que se portó como un campeón, y salvo que llegaba bastante cansado por la tensión, hizo muchos y buenos kilómetros con el grupo que formamos.

Esto propició que a la vuelta se uniera a las salidas de fin de semana, y que poco a poco fuese entrando más en este mundillo. Al final, y como decía al principio de la historia, dos de "mis locos bajitos" son mis compañeros de viajes ahora, y aunque con el orgullo que eso provoca en mí se mezcla el miedo a que les pase algo, merece la pena.

Como era de esperar, al cabo de unos meses Pablo empezó a decir que la Daelim se le quedaba pequeña, y entre ahorros y una ayudita cambió su moto por una Suzuki Bandit pintada al más puro estilo Norton.


Como fin a tantos cambios y después de muchos kilómetros, también a mi R 850 R le llegó la hora del relevo, pero no por una moto cualquiera, claro, sino por una "rarita" BMW R 1200 ST, que a mí la verdad me parece preciosa y que me da un montón de satisfacciones para hacerme olvidar a su predecesora, que no era fácil.

Y ahora, completada la unión de las pasiones, sólo queda disfrutar el mayor tiempo posible de ellas, y si puede ser de todas al mismo tiempo, mejor aún.....




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